El bosque, en El Rule

 El día de ayer; domingo, Xio y yo decidimos salir a dar una vuelta por la ciudad. Sin un plan específico, buscamos que museos y otras actividades pudiéramos hacer si es que la pandemia ya lo permitía, al parecer ya había varios abiertos y nos llamó la atención uno del centro. Sin mayor investigación, decidimos ir a El bosque en la Galería del Rule en el Centro Histórico. Antes que nada, si están leyendo esto, les pido una disculpa porque  ese era el último día de la exposición y la verdad desconozco si la vayan a montar en otro lugar posteriormente, por lo que no sé si mi recomendación sirva para que alguien más pueda ver la instalación aún así vale la pena hablar de ello. Según tengo entendido, esta instalación se presentó en el Cervantino, por lo que no pierdo esperanza que alguien más alcance a verla en otro lugar.

 

            Honestamente, no conocía el lugar que resultó ser una “comunidad de saberes” (sepa lo que quiera decir eso), pero el lugar es muy agradable, está muy bonito y super ubicado a un lado de la torre latinoamericana, la entrada es gratuita y me apantalló la calidad tanto del lugar como de la instalación.

 

            No pretenderé decirles que soy una persona que sé de arte, de instalaciones o de museos… así que les hablo con la limitada experiencia que tengo en esos campos y con la experiencia que me llevé el día de ayer. Tuve la oportunidad de visitar el Mori Art Museum en Roppongi Hills en Tokio Japón, y también he visitado el Centro Pompidou en Paris Francia además del Museo Tamayo aquí en la CDMX. En ellos pueden visitar instalaciones que diversos artistas plásticos realizan y es el espectador con su bagaje cultura, sentimientos y humor quien pone la pieza final y le da un significado a esos mensajes o expresiones artísticas. Yo sin saber mucho del tema, los clasifico como “arte contemporáneo”.

 

            Sé que hablamos de cosas distintas, tanto por el tamaño de los museos que menciono, como de su importancia… es un poco injusto pretender compararlos, y sin embargo quiero decirles que me sentí muy orgulloso de ver la instalación de El bosque en El Rule, sobre todo pensando en otras instalaciones que he visto en otros países. Recuerdo que en el museo Mori en Roppongi vi instalaciones que me impactaron mucho, en aquella época había una en particular que montaba un tema de violencia y el uso del espacio, los colores y la tecnología lograban crear una tensión a la que inmediatamente el cuerpo reaccionaba instintivamente, por otro lado recuerdo haber visitado el Pompidou y no llevarme ningún recuerdo relevante ni haber conectado con nada ese día (no sé por qué, a lo mejor era mi humor, a lo mejor visitar el Louvre me echo a perder para ver arte contemporáneo ¡Qué sé yo!, pero prefiero ser sincero… muchas cosas de las que vi allí ni siquiera me parecieron arte, inclusive pecaban de “sencillas” pero nuevamente, no soy un especialista del tema). 

 

            La instalación del bosque me apantallo, obvio el lugar esta muy bonito, y se siente nuevo-viejo al mismo tiempo ya que la estructura que sostiene el recinto “abraza” las columnas y fachada vieja del lugar lo cual crea un ambiente muy interesante sobre todo para instalaciones de arte, pero esta vez fue totalmente la inmersión que proponía la instalación y el uso de tecnología para ese fin lo que logró la “magia”. Al llegar y esperar unos minutos, nos pasan a la sala y sin mayor explicación y nos sientan en unas sillas (cinco o seis solamente) y te proponen que… “te relajes” y contemples. Son como quince minutos de un audiovisual realizado por el artista Víctor Zapatero con música de Crisóbal Maryán.

 

            Según los creadores, el público experimentará diversas sensaciones y escuchará sonidos que pretende develar los recuerdos más profundos de cada persona. Yo soy un editor amateur con aspiraciones de algún día realizar un largo metraje, así que el tema del montaje lo traigo muy metido en mi: a través de la yuxtaposición de imágenes (y obvio sonido) logras “meter” algo que no estaba allí, les llamamos sentimientos, los cuales crean en el espectador una reacción y con ellas llevar al espectador a involucrarse en una historia que le planteamos. De igual manera, más de la mitad de la proyección mi mente me llevó a ese plano, el analizar el montaje de imágenes, poner atención en la calidad de la música y apreciar los esfuerzos técnicos de la instalación.

 

            Sin embargo, la estaba regando, y no me di cuenta de ello hasta más entrada la proyección. Al fondo del salón se apreciaba el foco del proyector el cual apunta directamente al espectador, el montaje te llevaba a salir de un bosque a la fiereza de una tormenta eléctrica, y fue allí cuando por un momento dejé de analizar el trasfondo y me dejé llevar, pensando en si cuando uno muere y ve la famosa “luz al fondo del túnel”, si realmente se vería así como yo estaba viendo la proyección de la instalación… de pronto, sucedió. Me di cuenta que al poner mi atención en el foco, y al relajarme comenzó un efecto tridimensional en mi cerebro, el cual intentaba procesar las imágenes que se proyectaban en diversos planos en “orden natural” de como funciona la vista, y el cerebro comienza a “llenar” esos espacios vacíos entre los planos y comienza una inmersión totalmente en 3D. 

 

            Me sentí como cuando de niño lograbas ver un estereograma por primera vez, mucha gente lo intenta y lo intenta y no logra ver nada, pero cuando lo logras la primera vez te entra un gusto por ver más y más estereogramas y “ajustar” tu visión para entenderlos. De igual manera el resto de la proyección me la pasé disfrutando de ese efecto 3D que después de un rato ya hasta yo sentía que tenía un efecto narcótico al cual tu mente se hace adicto, cuando de pronto… se acabó.

 

            No escuche a nadie hablar de ello, en los “reviews” de la instalación no se habla si realmente esta era la intención, pero estoy seguro que no sentí eso por casualidad, e inclusive quise escribir esto, para que si alguien más va me diga si pudo experimentar lo que yo aquí planteo. Finalmente, los creadores son genios técnicos tanto de la iluminación como de la música, el montaje en sí era muy bueno y conmovedor, pero nadie hablaba de este “efecto” técnico. Así que, me gustaría que si alguien va y disfruta de esta inmersión, nos cuente más de su experiencia al respecto. 

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